El lobo ibérico pertenece al género y especie canis lupus, al orden de los carnívoros y a la familia de los canidae.
Se encuentra en las sierras del Noroeste de la península.
Actualmente el hábitat del lobo ibérico se ha reducido en gran medida debido a la presión humana, por lo que ya solo se puede encontrar en cadenas montañosas donde esta presión es menor.
Los lobos viven en manadas jerarquizadas compuestas por una pareja reproductora y sus crías de varios años
Las dimensiones del lobo ibérico oscilan entre los 100 y 150 cm. de longitud y los 20 y 70 kilos de peso. Son digitígrados, caminan apoyando los dedos.
Dimorfismo sexual, macho y hembra se diferencian entre sí principalmente por el tamaño, el macho es más grande.
La gestación dura 63 días. Pasado este período, la loba da a luz a 5 o 6 crías en un refugio o cueva. Los lobeznos nacen pesando unos 300-500 gramos, con los ojos cerrados y sordos. Si alguna amenaza o perturbación se presenta en esta etapa, la loba cambia a las crías a otro refugio, agarrándolas con la boca en la parte trasera del cuello, para transportarlas. El período de lactancia dura alrededor de un mes. Las manadas están formadas por un macho y una hembra alfa, es decir, por una pareja que ejerce el liderazgo. Los descendientes que surjan de esta unión vivirán en unidades familiares que contarán con un número de miembros que oscila entre 5 y 12.
Se alimenta generalmente de animales enfermos o viejos a los que mata con mayor facilidad, ya que sus facultades para correr están disminuidas. Su forma de cazar consiste en perseguir a sus presas hasta agotarlas físicamente (son unos grandes corredores de fondo) y tras ello, rodearlas entre toda la manada para llevar a cabo el ataque definitivo. Dentro de las especies que más caza se encuentran los ciervos, Jabalíes, corzos, rebecos y cabras montesas. En raras ocasiones, cuando no consigue atrapar a ejemplares de estas especies para alimentarse, recurre a animales «domésticos» como las ovejas, vacas o caballos.
La comunicación entre individuos de la manada se realiza por medio de gestos corporales y faciales, además de los conocidos aullidos y ladridos o gruñidos.
No tiene depredadores naturales. A pesar de ello, su población en nuestro país es muy reducida, debido principalmente a las siguientes amenazas: La mayor es la presión humana, al estar incómodos con su presencia, debido a sus ocasionales ataques en zonas ganaderas (los cuales crean una enorme alarma social) y de los que los propios humanos somos responsables, al reducirles sus hábitat y competir con ellos por sus presas, a las que en muchos casos atacamos sin control.